Esto no es un bailable

Opiniones cubanas, a lo cubano

¡31 y pa´lante!

Posted by wake4up en agosto 17, 2010

En el 1989 tenia 10 años y quería ser cosmonauta.

Ese año cerraron el 6to grado de mi primaria y me cambiaron para otra (para que me fuera acostumbrando a que todo iba a cambiar). Como era un niño osado la idea me gustó y me metí todas las vacaciones pensando como sería mi nueva escuela con los nuevos compañeritos (esta oración me quedó como para una composición de esa época).

Allí conocí a Rosabel, la que en los papelitos que le mandaba con Si o Si siempre se las arreglaba para poner ¡NOOOO!!! También conocí a Amarilis, la que un día que yo tenía tortícolis y que nos mandaron a dormir la tarde acostados en las sillas me hizo virar el cuello para que le viera su blumer de rayas de varios colores (que tiempos aquellos en los que uno se contentaba con ver un blumer, aunque no tuviera rayas ni varios colores). Estaba Connie, la que todo el mundo decía que era fácil hasta que un día que nos quedamos trabados en el elevador de casa de Lissette me sonó un galletazo que se destrabó el elevador. Yaima era la pecosa que le gustaba apretarles los huevos a los varones hasta que un día… y… luego nada más me los apretaba a mí.

En esa escuela también di mi primer beso de chupeta y rosqueta, aquello era todo un ritual, alguien te avisaba que fulana quería ser darte un beso (ojo, no ser tu novia, solo darte un beso), y por supuesto le avisaba a toda el aula, antes que a ti, para que no pudieras decir que no, luego a las 5 y 5 todos esperaban para ver en cual de los dos edificios claves del barrio sería el espectáculo. A mí me tocó en el de al lado de las “Hamburguesas ZAS”, el que tenía la escalera sucia, media oscura, con olor a grasa y refresco de cola porque el edificio Varadero, más espacioso, limpio y con escaleras de mármol, lo habían “quemado” con tantos besos y ya habían regañado a la mamá de Lissette porque trabábamos el ascensor. En fin, me tocó con Angélica y digo me tocó porque yo ni me había fijado en ella, yo seguía cogido con Rosabel (la de los papelitos con el ¡NOOOO!!!). Angélica era (o es) rubia, con unos labios carnosos pero más alta que yo (esta última característica asumo que fue la causa por la que no me fijaba en ella), así que gracias a 2 escalones de la escalera sucia, media oscura, con olor a grasa y refresco de cola me hice de una reputación en la nueva escuela.

Ese año obtuve mis primeros dos premios en concursos, 1er lugar en vello púbico y 2do en pelos bajo el brazo. Entre los varones alguien empezó con la pendejada (nunca mejor utilizada la palabra) de ver quien tenía más  y aquello sirvió de pretexto para, luego de alguna que otra protesta, armar un jurado de hembritas, a las que nunca pudimos convencer de ser concursantes y nosotros jurado.

Así pasó el 89 entre besos con público, blumers con rayas y colores, papelitos con ¡NOOOO!!! y concurso de pendejos, mientras dejaba de soñar con ser cosmonauta y no me imaginaba que tantos años después, un 20 de agosto más, tendría que repetir la consigna de ese año: ¡31 y pa´lante!

3 respuestas to “¡31 y pa´lante!”

  1. Elaine said

    Encantador… yo nunca di besos a las 4 y 20. Cuando iba a dar el primero, en séptimo grado a alguien que me traía bieeeeeen enamorada, me mandé a correr de miedo. Corrí dos cuadras. Después de eso nadie quiso ser mi novio hasta 9no grado, y ni siquiera era de mi escuela. Jajajaja… Lo bueno del caso es que cuando estaba en primer año de la universidad aquel muchacho de 7mo grado me invitó a salir. Me volví a mandar a correr. Jajaja

  2. Boris said

    Y dice mi esposa que en mi primaria éramos raros… Ya veo que el ritual del besuqueo público se repetía en otros lugares, jejeje.
    Recuerdo el nombre de la primera muchacha que me besó (ella sabía, yo no). Ay, la edad de la inocencia…

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